En el gran tablero de ajedrez del lujo, hay movimientos que señalan un cambio de estrategia, un ataque calculado a un nuevo territorio. El último gran movimiento viene de Balenciaga, la casa que, bajo la dirección creativa de Demna, ha reescrito las reglas del juego. Tras años dominando la conversación con moda, zapatillas y controvertidas campañas, Balenciaga se lanza de cabeza al universo de la belleza con el lanzamiento no de una, sino de diez nuevas fragancias. Es una declaración de intenciones que resuena en toda la industria: la conquista total está en marcha.

Este movimiento es significativo porque, hasta ahora, el mundo olfativo no había sido una prioridad en la era Demna. Mientras que otras casas de lujo dependen enormemente de sus divisiones de belleza para generar ingresos, Balenciaga había centrado su energía en redefinir el concepto de la moda en sí. La historia de la perfumería de la casa es rica, con clásicos como 'Le Dix' o 'Cristóbal' de la época del fundador, pero se sentía como un eco del pasado. Este nuevo lanzamiento es un borrón y cuenta nueva, una oportunidad para crear el universo olfativo de la Balenciaga del siglo XXI.

La pregunta que todo el mundo se hace es: ¿a qué olerá la Balenciaga de Demna? Su estética se basa en la subversión de lo cotidiano, en encontrar la belleza en lo industrial, lo gastado y lo extrañamente familiar. Sus desfiles han olido a barro, a nieve artificial, a dinero. ¿Se atreverán a embotellar esos conceptos? Podemos especular con fragancias que evoquen el olor a asfalto mojado, a hormigón, al ozono antes de una tormenta, al cuero de un sofá vintage o al interior de una bolsa de IKEA de lujo. Sería una apuesta radical y muy coherente con su visión.

La decisión de lanzar diez fragancias a la vez también es una jugada maestra. En lugar de intentar capturar la complejidad de la marca en un solo frasco, ofrecen un armario de olores. Esto permite explorar diferentes facetas del universo Balenciaga: desde lo más conceptual y nicho hasta lo potencialmente más comercial y accesible. Es una forma de invitar a un público mucho más amplio a formar parte de la marca, ya que un perfume es el punto de entrada más democrático al mundo del lujo.

Este lanzamiento también debe entenderse en el contexto de la estrategia de Kering, el conglomerado de lujo propietario de Balenciaga. En los últimos años, Kering ha estado construyendo su propia división de belleza, Kering Beauté, para tener un control más directo sobre las licencias de perfumes y cosméticos de sus marcas. El de Balenciaga es uno de los primeros y más ambiciosos proyectos bajo este nuevo paraguas, una prueba de fuego para su nueva estrategia.

En definitiva, este no es solo un lanzamiento de perfumes. Es el siguiente capítulo en la construcción del imperio cultural de Demna. Es la traducción de su visión, a menudo irónica y provocadora, a un medio tan íntimo y personal como el olfato. Estamos a punto de descubrir si el 'hype', la controversia y la deconstrucción de la moda huelen tan bien como se ven.En el gran tablero de ajedrez del lujo, hay movimientos que señalan un cambio de estrategia, un ataque calculado a un nuevo territorio. El último gran movimiento viene de Balenciaga, la casa que, bajo la dirección creativa de Demna, ha reescrito las reglas del juego. Tras años dominando la conversación con moda, zapatillas y controvertidas campañas, Balenciaga se lanza de cabeza al universo de la belleza con el lanzamiento no de una, sino de diez nuevas fragancias. Es una declaración de intenciones que resuena en toda la industria: la conquista total está en marcha.