POR TOMMY ST. EVANS
Sep 29, 2025
Words: Tommy St. Evans
Photography and Visuals: J. Ader
Edition and Art Direction: Tommy St. Evans
Styling: Mohammed (M. Med)
Todo empezó con un sombrero que no pertenecía al lugar. Negro, amplio, con marcas de haber sobrevivido a más de una tormenta. Estaba apoyado en una silla de plástico al borde de una piscina vacía, como si lo hubieran dejado olvidado a propósito, un testigo mudo del final de temporada. Nadie lo reclamaba, y sin embargo, imponía su presencia: como un recordatorio de que las cosas nunca terminan del todo, solo se transforman.

El verano se retira con la misma discreción: menor bullicio en las terrazas, las luces que se apagan mas temprano en los bares, el cierre de temporada en los pasillos de hoteles... Pero justo ahí, en esa retirada, surge la posibilidad del comienzo. Es curioso: parece que necesitamos finales visibles para atrevernos a empezar. Como si la marea tuviera que bajar para que alguien encontrara el valor de caminar por la arena mojada.


Los"beach cowboys" aparecen en esos huecos. No son forasteros en el sentido clásico, sino "personajes" que parecen desentonar y, al mismo tiempo, encajar demasiado bien en la escena. Caminan con botas por suelos encharcados, se asoman a balcones que miran al mar, se sientan en bares vacíos con aires de sospecha cinematográfica. Nadie los espera, pero todos los reconocen.

Quizás porque, en el fondo, todos somos un poco "beach cowboys": atravesando rutinas y cambios con un disfraz que nunca nos termina de quedar extremadamente bien, pero que aprendemos a llevar como si fuera nuestro. Septiembre, octubre, noviembre… no son solo meses en un calendario, pueden ser decorados distintos de la misma película. Y cada vez que uno termina, el vaquero interior se acomoda el sombrero y sigue andando, como si nada.

Y aún así seguimos, no en busca de optimismo vacío ni una sonrisa falsa, ni del “todo va a salir bien”. Sabemos que hay días grises, sabemos que la rutina pesa, sabemos que a veces lo único que apetece hacer es quejarse y sin ningún reparo lo haremos. Tenemos boca para maldecir lo que nos incomoda, pero también la tenemos para silbar canciones que todavía no conocemos. Quizá ahí está el verdadero juego: atreverse a ver qué nos espera al doblar la esquina.


¿Beach Cowboys que es es entonces? Una carta disfrazada de anécdota, una invitación a caminar con la ropa todavía húmeda de verano en medio del frío que llega (no os resfriéis por favor). A aceptar que lo extraño —un vaquero en la playa, un sombrero junto a una piscina vacía, un cambio de estación que se siente como improvisar un guion— es, en realidad, la forma más honesta de estar vivos.

Y aunque esta pequeña historia, o como lo queráis llamar, comienza con un sombrero, nunca se trata solo de eso. Se trata de nosotros, de ti, de mí, de cualquiera que sepa que los finales y los principios no son más que excusas para dar el siguiente paso. Y que, en esa frontera, siempre habrá espacio para nuevas aventuras.

.jpg)
Add a Title
.jpg)
.jpg)