Hubo un tiempo, no muy lejano, en que ponerse una camiseta de fútbol fuera del estadio o del bar en día de partido era un movimiento audaz, casi una declaración de intenciones. O eras un ultra o, simplemente, no tenías ni idea de cómo vestir. Pero el péndulo de la moda, en su vaivén infinito, ha vuelto a colocar esta prenda en el epicentro de lo ‘cool’. Hoy, la camiseta de fútbol no es solo para forofos; es una herramienta de estilo sofisticada, el pilar de una de las estéticas más potentes del momento: el ‘blokecore’.

El término, que suena a subcultura sacada de una película de Guy Ritchie, nace de la fusión de 'bloke' (término coloquial británico para referirse a un tipo corriente) y 'core' (el sufijo de moda para cualquier microtendencia). Su origen nos transporta a la cultura de las terrazas de los estadios ingleses de los 80 y 90, donde los aficionados crearon un uniforme no oficial a base de marcas como adidas, Stone Island, y, por supuesto, la camiseta de su equipo. Era una identidad, un código visual que hablaba de pertenencia y de una masculinidad muy particular.

Lo que diferencia al ‘blokecore’ de hoy de sus raíces es la descontextualización. Ya no necesitas saber quién fue el pichichi de la liga del 94 para llevar la equipación del Ajax de ese año. Lo que importa es la estética: los colores vibrantes, los logos retro, los cuellos de polo, los patrones geométricos imposibles. Se trata de un ejercicio de apropiación cultural donde la moda rescata la nostalgia y la resignifica. El ‘influencer’ Brandon Huntley es a menudo citado como uno de los pioneros de la resurrección del término en TikTok en 2021, pero la tendencia llevaba tiempo gestándose en los círculos más vanguardistas.

Las marcas de lujo no han tardado en subirse al carro. Balenciaga, bajo la dirección de Demna, ha lanzado camisetas que son prácticamente réplicas de equipaciones de fútbol, pero con un precio que te haría dudar entre comprarla o un abono de temporada. Martine Rose ha colaborado con Nike para crear trajes con el escudo de la selección inglesa, difuminando la línea entre sastrería y ‘sportswear’. Palace ha reeditado clásicos de Umbro, y sellos como Aimé Leon Dore han hecho del imaginario deportivo su seña de identidad. La camiseta de fútbol ha sido validada por la alta moda, convirtiéndose en un lienzo para la ironía y el lujo.

Pero, ¿cómo se lleva sin parecer que vas a una pachanga con los amigos? La clave está en el contraste. Combina una camiseta de fútbol ‘vintage’ (la del Inter de Milán del 98 con el patrocinio de Pirelli es un Santo Grial) con unos pantalones de pinzas anchos y unos mocasines. O llévala con una falda midi satinada y unas zapatillas minimalistas. Juega con las proporciones: una camiseta ‘oversize’ sobre unos ‘cyclist shorts’ o unos vaqueros de corte recto y unas botas de inspiración ‘worker’. El truco es tratarla como si fuera una camisa de seda o una camiseta gráfica de una banda de rock, no como una prenda meramente deportiva.

Algunos de los diseños más codiciados actualmente son los que evocan esa era dorada de los 90 y principios de los 2000. Piensa en la Fiorentina de Batistuta con el patrocinio de Nintendo, la equipación de Nigeria del 94, o cualquier cosa que llevaran los jugadores del Manchester United en la era Cantona. Los diseños actuales también ofrecen joyas, con equipos y marcas arriesgando en las terceras y cuartas equipaciones, liberadas de la rigidez de los colores tradicionales. El Venezia FC, por ejemplo, se ha convertido en un caso de estudio, lanzando cada temporada equipaciones que parecen salidas de una editorial de moda.

El ‘blokecore’ es más que una simple tendencia. Es un reflejo de cómo la cultura popular y el deporte se entrelazan con la moda, creando nuevos lenguajes. Es una celebración de la nostalgia, pero también una forma de expresión individual. Así que la próxima vez que rebusques en tu armario, no subestimes esa vieja camiseta de tu equipo. Puede que sea la pieza más ‘cool’ que posees