En esta nueva aventura que es Haza & Ardi, me he puesto a reflexionar sobre los orígenes de lo que puedo llamar mi "lentamente revelada" pasión. Me remonto a ese día cualquiera en primaria, tengo borroso cual fue el detonante exacto, en el que tomé la decisión, junto a mis amigos David y Agustín —si estáis leyendo estas líneas, ¡un saludo!— de crear un periódico escolar. Por supuesto teníamos grandes planes: publicar semanalmente una recopilación de lo que abarcaba nuestro entorno de aventuras, tanto del colegio como de nuestras tardes de juegos.

Recuerdo vívidamente la emoción de escribir los primeros artículos(o a lo que nosotros llamábamos artículos), jugar a ser reporteros en el recreo bajo la mirada perpleja de nuestros compañeros, y diseñar una portada que, en nuestra opinión, rivalizaba con obras de arte sofisticadas. A veces pienso que quizás ni a Agustín ni a mi se nos habían bajado los humos de haber ganado aquel concurso de carteles en segundo curso, de David tengo que decir que era un auténtico santo.

Llegó el día en el que convencido de que todo estaba perfectamente organizado —spoiler: no lo estaba—, procedí; ni corto ni perezoso, a agotar todos los cartuchos de tinta que había en mi casa en un solo intento de imprimir —a todo color, por supuesto— una cantidad poco realista de ejemplares de nuestro flamante "periódico".

Como era de esperar, mis padres no estuvieron muy contentos con la situación. No por la idea en sí, eso les parecía bien, sino por no haber consultado con un adulto antes de emprender semejante empresa.

Hoy, como editor en Haza & Ardi, confieso que a menudo sería genial poder acudir a "algún adulto responsable" cuando las cosas se complican aquí. Los días previos a esta “inauguración” han estado lejos de ser tranquilos, y no voy a negar que en ocasiones he cuestionado mi papel en este proyecto. Sin embargo, puedo afirmar con convicción que abrazo el ocasional desafío con una visión personal clara y la humildad necesaria para aprender a lo largo del camino.

Quiero expresar mi agradecimiento a todos nuestros colaboradores de este mes y en especial a Ahmed Nour, quien posee la impresionante habilidad —y la paciencia— de soportar mis extensas disertaciones sobre conceptos editoriales. Esas conversaciones han dado forma a gran parte de lo que presentamos hoy.

Buscamos ofrecer contenido fresco, en un espacio donde las ideas y las tendencias convergen. Con el plan de llegar a ser un punto de encuentro para mentes curiosas y creativas.

Este día me llena de genuina felicidad. Después de todo, no todos los días tiene uno la oportunidad de escribir su primera carta del editor. Aunque, pensándolo bien, quizás sí; supongo que todo depende de la cantidad de cartuchos de tinta que tengas a mano.

Tommy St.Evans

Editor Jefe